Teatro y Gestalt es la combinación de un enfoque terapéutico y un arte escénico que tiene como objetivo, el crecimiento y desarrollo del ser humano a través de la utilización de la filosofía gestáltica y las técnicas escénicas teatrales.

Fritz Perls creador de la terapia gestalt, es en su juventud actor y discípulo de Max Reinhart uno de los directores teatrales europeos más influyentes del siglo XX. De su experiencia con Reinhart el joven Fritz absorbe actitudes y técnicas que más tarde incorporaría en su quehacer cotidiano como terapeuta.

Tanto uno como otro concebían la escena y la sala de terapia como un espacio sagrado, un lugar de experimentación, de autoconocimiento y de libertad donde el ser humano puede expresarse integramente en plenitud.

Las sesiones de teatro terapéutico se desarrollan en grupo, si bien también utilizamos dichas técnicas en sesiones de terapia individual.

Comenzamos creando desde el inicio un clima de respeto y confianza entre los miembros del grupo. Empezamos tomando conciencia del aquí y el ahora, conectándonos con nuestro cuerpo, nuestra voz, nuestras emociones y nuestra imaginación, todos ellos instrumentos del actor y de la persona.

Después de este calentamiento previo nos incorporamos al trabajo escénico, pudiendo trasladar a la escena una situación personal no resuelta, una fantasía deseada, un hecho que nos provoque incertidumbre, un personaje o una parte de nuestra personalidad que deseemos desarrollar. Podemos trabajar experimentado el tránsito de una polaridad a otra: timidez/atrevimiento, pasión/indiferencia, valentía/temor, escenificando un conflicto real y explorando las posibles soluciones creativas al mismo, representando en escena un personaje anhelado: un rey, una diosa, un mendigo, o una circunstancia imaginada, un relato inventado por los participantes etc…

Al finalizar el trabajo escénico, cerramos el encuentro grupalmente con una puesta en común de la experiencia vivida.

Los tres pilares sobre los que se sostiene toda experiencia en clave gestáltica, y tres elementos que son de utilidad en escena como herramientas de creación artística y de profundo calado terapéutico.

— Responsablidad: Soy responsable de todo lo que me ocurre en escena, de cada una de las sensaciones, sentimientos y acciones de mi personaje, de si se excede en su protagonismo o se esconde, de si hace crecer la escena o se vuelve monótono, de si asume el riesgo de explorar nuevas ideas o se mantiene en lo conocido. De si le dice a la chica que la ama o vuelve opaco ese deseo. Así, lo mismo serviría trasladando lo dicho fuera del espacio escénico a nuestra propia vida.

— Conciencia: Sólo dándome cuenta de lo que ocurre en escena podré responsabilizarme de ello, dándome cuenta de que siento, de que hacen los otros actores, de cual es la atmósfera que estamos creando, de que dice mi mente, de que siente mi cuerpo y de que emociones mueven a mi personaje.

— Presencia: Vivir en el presente es por si sólo un hecho sanador, el actor ofrece su presente al publico, y se mantiene en él atrayendo la atención del auditorio con el foco de su presencia viva.

Desde el Teatro y la Gestalt se nos hace la invitación a explorar un territorio desconocido que nos pertenece pero del cual ignoramos su contenido.

Si en mi día a día me autodefino como un superhéroe, y mi sistema de creencias está construido por ideas como: “tengo que ser indestructible”, “he de salvar a todo aquel que sufre a mi alrededor”, “mi energía es ilimitada”, estoy negando de manera implícita todos los opuestos de estas afirmaciones: soy vulnerable, soy incapaz de aliviar todo el sufrimiento ajeno, me siento agotado y necesito descanso.

El trabajo con polaridades nos ofrece la experiencia de la transformación y de ir más allá de lo que creemos que somos. Una propuesta sería entonces explorar los opuestos de estas definiciones. Construiremos una escena en que mi personaje sea capaz de las más horribles abyecciones, dejaré fuera de escena el niño bueno que ya está a mi servicio durante todo el día y me transformaré en un ser maleducado, hiriente, borde, insoportable y egoísta.

En verdad si como ocurre en las buenas películas la construcción del personaje es profunda podemos observar que la realidad está mucho más mezclada, de modo que si miramos a través de la lupa de la conciencia cualquiera de nuestras polaridades podemos adivinar que en el fondo de cualquier rasgo de nuestro carácter está incluido su opuesto, por así decirlo, que de manera irremediable dentro de todo héroe hay un villano, y que oculto en todo villano hay un héroe que espera manifestarse.

El resultado de ese viaje hacia el otro lado, como siempre que trabajamos desde la autenticidad será imprevisible, aunque si pensamos como optimistas, podemos imaginar que el actor que tiene el valor de recorrer el espacio que lo separa de la orilla desconocida será un ser más creativo más integrado y más libre.

Decimos que cuando alguien viene a terapia es porque ha llegado al fin de si mismo, y que busca ayuda momentánea en otro para llegar más allá del si mismo conocido, bienvenidos sean entonces a escena los ángeles y los monstruos.

En teatro existe la oportunidad de arriesgarse sin consecuencias tan dramáticas como lo sería vivir esas situaciones en la vida real, puedo ser un asesino sin tener que ir a la cárcel, un sin techo sin tener que pasar realmente frío y hambre, un maestro zen que se ha iluminado sin tener que vivir años de retiro en un monasterio, una prostituta sin que al terminar mi jornada tenga que vérmelas con el rechazo social.

A la vez cualquier viaje a un personaje es una propuesta a vivir sus sensaciones de la manera más auténtica posible, vivir como es estar privado de la libertad, sentir en mis fibras la miseria del hambre, hacer contacto sincero con mi parte espiritual o experimentar que siento al ofrecer mi cuerpo a cambio de dinero.

Poder experimentar que siente un banquero, un desahuciado o una monja, sin tener que abandonar definitivamente, solo en esos momentos, ese otro personaje que soy yo mismo y que vivo día a día. El regalo a cambio de esta aventura es recibir el impacto emocional que me conecta con la humanidad del personaje que interpreto y que sin duda ha de llevarme a hacer contacto con mi propia humanidad.

En Gestalt sostenemos que todos lo somos todo y vemos las sesiones individuales o de grupo como un espacio protegido donde explorar nuestras partes desconocidas.